Aniversario 173 del paso a la inmortalidad del Libertador General José de San Martín
El Libertador vino al mundo el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, que actualmente forma parte de la provincia argentina de Corrientes y que, por entonces, era la capital de uno de los cuatro departamentos en que habían sido agrupados los treinta pueblos de las misiones guaraníticas tras disponer el rey Carlos III en 1767 la expulsión de los jesuitas, quienes habían evangelizado la región, sufrido el martirio en muchos casos e incorporado a miles de indígenas a la vida civilizada.
Su estatura era de 1,70 m, aproximadamente, pero impresionaba como tanto o más porque estaba siempre erguido, con presencia castrense. El rostro se mostraba moreno, ya por coloración natural de la piel, ya por la huella que en él había dejado el servicio prestado a campo abierto. La nariz era aguileña y grande. Los prominentes ojos negros no permanecían nunca quietos y eran dueños de una mirada vivísima. Poseía una inteligencia poco común.
José de San Martín fue el menor de cinco hermanos: María Elena (18 de agosto de 1771), Manuel Tadeo (28 de octubre de 1772), Juan Fermín (5 de febrero de 1774), y Justo Rufino (1776).
San Martín era un soltero codiciado. Las familias porteñas lo invitaban a sus fiestas y tertulias para presentarles a sus hijas. En casa de los Escalada, conoció a Remedios. Se casaron el 12 de noviembre de 1812. José tenía 34 y Remedios, 14 años. La influencia de su familia fue fundamental para la creación de Granaderos.
En Mendoza, Remedios fue la fundadora de la Liga Patriótica de Mujeres: donó todas sus joyas. Falleció en Buenos Aires el 3 de agosto de 1823. Antes de embarcar rumbo a Europa en 1824, su marido le hizo construir un sepulcro en La Recoleta: “Aquí descansa Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín”.
San Martín a los 13 años ya se había incorporado al ejército español y participó como voluntario en riesgosas misiones en el Norte de África. A los 15 fue ascendido a oficial. Una anécdota indica que en el motín de Cádiz de 1808, cuando como edecán del linchado general Solano, buscó asilo en una ermita de la Virgen y que enfurecida, la turba le perdonó la vida al estar bajo el amparo de “la Madre de Jesús”. San Martín era devoto de la Virgen.
Conocía varios idiomas. Era un gran lector en francés, latín e inglés, y a todas partes trasladaba su biblioteca personal. Una leyenda indoica que en el cruce de Los Andes, como pasatiempo, les leía fragmentos de obras clásicas a soldados analfabetos.
Sabía tocar muy bien la guitarra. Cuando la guerra se lo permitía, daba improvisados conciertos.
Mercedes Tomasa San Martín y Escalada fue la única hija de San Martín. Nació en Mendoza, el 24 de agosto de 1816 y falleció en Brunoy (Francia), el 28 de febrero de 1875. San Martín viajó a Chile cuando Merceditas tenía cinco meses y pasó mucho tiempo lejos de ella. Su hija volvió a verlo cuando murió Remedios. La pequeña tenía siete años cuando volvió a ver a su padre. Él le dejó escritas 12 máximas.
Finalmente, el Padre de la Patria falleció el 17 de agosto de 1850 en Francia. "Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires", fue la voluntad póstuma del militar. Desde 1880 sus restos descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana, custodiado permanentemente por dos granaderos.
“Cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”
Seguinos en IG: @Meridiano63
Seguinos en X: @Meridiano63ok
Seguinos en FB: Meridiano63
Comentarios (0)
Comentarios de Facebook (0)