170 Años del paso a la inmortalidad del General José de San Martín
El 17 de agosto de 1850 Fallece a los 72 años el General José de San Martín, en Boulogne Sur-Mer, Francia. El Libertador San Martín nació en Yapeyú, una de las misiones jesuíticas, correspondiente hoy al territorio de la provincia de Corrientes, el 25 de febrero de 1778 y llegaría a ser una de las figuras más grandes de nuestra historia
Es el realizador con la espada de los principios de la revolución de mayo. Vencedor en Chacabuco y Maipú, libertador de tres naciones: Argentina, Chile y Perú. Luego de sus campañas se aleja, justo después de la entrevista en Guayaquil con Simón Bolívar, del escenario de América, para morir pobre y olvidado en un pequeño pueblo de Francia. José de san Martín, el Santo de la espada, con su renunciamiento deja una enseñanza de grandeza moral que ilumina la patria.
En sus últimos años de vida, viviendo en París, se retira al estallar la revolución, en el mes de marzo de 1848 hacia Boulogne Sur-Mer, donde viviaría los siguientes dos años alquilando una habitación, hasta el 17 de agosto de 1850 que San Martín deja de existir siendo las 3 de la tarde, acompañado por su hija Mercedes y el yerno. Serían 30 años más tarde, que se repatriaron sus restos, el 28 de mayo de 1880 a las postres de la revolución de 1880, para finalmente, sorteando algunas objeciones de la Iglesia Católica, poder descansar en un mausoleo en la Catedral de Buenos Aires.
A continuación, diez de sus célebres frases que quedaron en la historia:
“Mi sable nunca saldrá de la vaina por opiniones políticas”.
“Una derrota peleada vale más que una victoria casual”.
“La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien”.
“Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.
“Si somos libres, todo nos sobra”.
“Mi nombre es lo bastante célebre para que yo lo manche con una infracción a mis promesas”.
“Hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados”.
“La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”.
“Mi mejor amigo es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos”.
“Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles; mi edad mediana al de la Patria; creo que me he ganado mi vejez”.
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